El lanzamiento de Doom: Dark Ages mañana mismo respira nostalgia pura y eso hace que nos replanteemos miles de cosas. La más importante: cómo ha cambiado eso de crear un videojuego. La evolución de la formación en el desarrollo de videojuegos ha sido tan espectacular que hace unas décadas no podíamos imaginar la cantidad de recursos y centros de formación que habría dedicados a esta tarea.
Con los microordenadores de 8bits, en los años 80, era prácticamente una persona la que programaba, dibujaba los gráficos y componía la música, aprendiendo de forma autodidacta. En España lo conocemos muy bien, en nuestra época dorada de los videojuegos se dieron a conocer nombres como Paco Menéndez, los hermanos Ruiz: Víctor, Pablo y Nacho.
A finales de los 90 algunas universidades ofrecían alguna asignatura relacionada con videojuegos, pero no fue hasta los 2000 cuando empezamos a encontrar cursos especializados, como el máster en Desarrollo de Videojuegos de la Universidad Complutense de Madrid.
A partir de la década de 2010 los videojuegos ya estaban más que asentados, el público quería, no sólo jugar, sino desarrollar sus propias obras. Otros centros se apuntaron al carro de la formación, como la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y aparecieron otros como U-TAD, el Centro Profesional de Tecnología y Arte Digital, con una serie de cursos y ciclos orientados a diferentes ramas especializadas del desarrollo de videojuegos, como 3D, efectos especiales, programados, diseñador de interfaces gráficos y otros. Y partiendo prácticamente de todas las plataformas conocidas: PC, consolas, móviles y cualquier dispositivo capaz de ejecutar un videojuego.
Mención aparte merecen iniciativas divulgativas como la del Tardeo de Madrid in Game, que pasea a nombres de primera línea del sector del ocio electrónico en sedes como la Universidad San Pablo CEU. Echando la vista atrás, nos parece algo que jamás se hubiera hecho en un centro educativo hace décadas, cuando empezábamos este repaso. Es el salto que ha dado la industria con el paso del tiempo, tanto en facturación como reconocimiento.
La formación en videojuegos estos últimos años no se ha estancado en ese punto. Estos centros, ahora, cumplen una función muy importante en el entramado empresarial del sector, ya que proveen de futuros talentos a las pequeñas y grandes desarrolladoras del país. Tienen bolsas de trabajo, tienen becas, incluso tienen experiencias internacionales… todo lo necesario para hacer de nuestra industria un modelo a seguir.